Gustavo Córdoba: “Las elecciones en Argentina se definen siempre por los anti”.

El consultor Gustavo Córdoba analizó en Otros Ámbitos (Del Plata Rosario 93.5) la ultima  encuesta realizada a nivel nacional sobre las percepciones del “otro” en el ámbito de la política, evidencia un fuerte componente clasista y de incomprensión. 

De esta manera, los analistas se encontraron con una fuerte presencia de la grieta en el imaginario social. Incluso en su informe detallan que más del 60% de la población entiende que desde el comienzo del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, la sociedad Argentina está más dividida.

“Yo te diría que es una lectura quirúrgica de la sociedad que ve cómo además hay un divorcio muy grande entre lo que es la agenda del poder y la agenda ciudadana” destaca Córdoba, quien señala que “la política está discutiendo inclusive algo tan lejano como las presidenciales de 2023, mientras que hoy la sociedad quiere discutir otra cosa”.

Según la encuesta realizada por la consultora, las principales preocupaciones de la población argentina tienen que ver con el desempleo, la inflación, la inseguridad, la salud y la corrupción, por nombrar las cinco primeras que resultan del sondeo.  Sin embargo, pareciera que no encuentra respuesta a estos ejes en la clase política del país. 

Solamente “uno de cada tres argentinos está viendo que esta pandemia nos unió, muy por el contrario, un 60% te está diciendo con muchísima claridad que esta pandemia fue aprovechada por la política o sectores interesados del poder para desunirnos”, afirma Córdoba.

En este escenario de creciente profundización de la grieta, resulta interesante analizar la imagen que construye un ciudadano sobre “el otro”, es decir sobre aquel que piensa y vota distinto. En el informe presentado por la consultora puede verse cómo aparece una noción completamente negativa de ese “otro” al que, además, se le endilgan las responsabilidades de los problemas políticos.

En ese marco, Gustavo Córdoba remarca el fuerte componente clasista dentro de esas percepciones. “El votante de Alberto Fernández percibe que el votante de Macri es de clase alta, casi como la característica más predominante. Es todo un dato, uno de los componentes del voto presidencial del año pasado fue justamente el voto clasista y acá lo vemos con un grado de presencia realmente extraordinario”, sostiene.

Por otro lado, una de las características que el votante de Macri le adjudica al simpatizante de Fernández es pertenecer a sectores sociales populares. “El componente social está con un porcentaje realmente alto”, señala el analista político y describe que “el votante de Macri se asume como algo distinto al voto popular, se ve a sí mismo como portador de un voto clasista”.

Por otro lado, desde el sector afín a Juntos por el Cambio se define al votante del actual Presidente como personas “manipuladas”, “intolerantes”, “equivocadas”, “odiadores”, “corruptas”. Mientras que al revés, aquellos que se identifican con el oficialismo, describen al votante de Macri como personas “egoístas” y también recurren a los mismos adjetivos que utilizan “del otro lado”.

“Hay una profunda incomprensión del otro, hay como una ruptura de los vasos comunicantes en los lugares donde debería haber intercambios. Son como sectores que, entre comillas, no tienen ningún punto en común entre sí. Y cada vez más, porque esta cultura de la grieta en la cual estamos viviendo últimamente, tan generosamente impregnada de fake news, genera aún mayores resistencias de entender al otro”, destaca Córdoba.  

Algo similar sucedió cuando se le preguntó a los encuestados de quién era la responsabilidad sobre el ensanchamiento de la grieta. Mientras que a nivel general, la mayoría señaló a la clase dirigente en general, luego cada sector político señaló al espacio político “rival”.

Por su parte, Córdoba asegura que “la responsabilidad la tienen ambos sectores de la grieta porque han radicalizado tanto el discurso y utilizan la chicana como argumento de convencimiento”. Diferente era la situación al comienzo de la emergencia sanitaria, cuando había una imagen de unidad y de trabajo mancomunado entre oposición y oficialismo, situación que “la mayoría de la gente lo vio muy bien”, asegura el analista.

En ese sentido añadió que “en la pelea de la grieta, la mayoría de la población está pidiendo a gritos perfiles moderados. Por eso (Horacio Rodríguez) Larreta destaca más, no porque haya cambiado o haya acentuado su moderación,sino que todo su contexto se ha radicalizado, principalmente sus socios de espacio. Entonces le han dado un carácter doblemente moderado a alguien de que por sí lo era”.

Por otro lado, todas las encuestas privadas realizadas durante la pandemia en Argentina muestran cómo ha fluctuado la opinión sobre la imagen de Alberto Fernández y la gestión que ha realizado en el marco de la emergencia sanitaria. Con un altísimo grado de aprobación en los primeros meses, esa variable se fue modificando y reduciéndose mes a mes, tal como lo demuestra el sondeo realizado por Zuban-Córdoba y Asociados:

Ello se debe a diversos factores que no tienen que ver únicamente con el cansancio o hartazgo causado por el ASPO, sino también con algunas estrategias políticas tanto del oficialismo como de la oposición. “El gobierno confundió algunos climas de opinión y trató de avanzar en determinados temas pensando que tenía el consenso de la cuarentena, por ejemplo con el caso Vicentín o con la Reforma Judicial”, remarca Gustavo Córdoba.

Al mismo tiempo, señala que “la oposición ha tenido una estrategia que ha sido el anti-pacto”. “Pienso y comparo con el compartimiento de la oposición en los dos primeros años de gobierno de Macri y recuerdo que le aprobaron leyes, que dieron quórum en ambas Cámaras. Veo el comportamiento de la oposición de hoy y dista muchísimo de eso. Pareciera que no hay ninguna posibilidad de una colaboración o un acuerdo de parte de la oposición con el gobierno del Frente de Todos”, concluyó.

Lo cierto es que en este escenario, la encuesta realizada por la consultora pone de manifiesto una realidad que se expresa en redes sociales, medios de comunicación o incluso, en la misma vía pública: la percepción de que “el intolerante es el otro” y que la responsabilidad de las problemas políticos también es de ese “otro”.

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